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DAVID MOREU: MÚSICA, ARTE Y SURF

David es un hombre de gustos eclécticos, además de la cultura, le apasiona el surf y todo lo que le rodea. A diferencia de muchos de nosotros que nos enamoramos de este estilo de vida gracias a la sensación de estar en el agua en contacto con la naturaleza, él descubrió su amor por el surf gracias a películas que vio de niño. Tuvo una conexión inmediata que no le dejó indiferente a la emoción del surf, capaz de transmitirse a traves de una pantalla.

Es periodista, investiga y escribe sobre aquello que le mueve en lo más profundo de su ser y en el camino ha encontrado la forma de enganchar a los lectores en montañas rusas de sentimientos y emociones a causa de sus historias.

Su primer libro, From a whisper to a scream, que es el resultado de querer explicar de la mejor manera la historia de la música soul.

Sus reportajes y entrevistas han sido publicadas en prestigiosas revistas como Esquire, National Geographic, Lonely Planet y Rolling Stone. También colabora con programas de televisión.

En septiembre del 2020 publicó su segundo libro “Un aplauso para el astronauta“. En él recopila ochenta conversaciones con personajes célebres y pioneros del surf, del arte y del rock n’roll. El libro es un viaje en el tiempo con el que busca dar con los orígenes de la contracultura desde las voces y vivencias de los protagonistas.

Después del éxito de su último libro, hemos hablado con David Moreu sobre su vida, sus pasiones; la forma y lo que significó construir esta joya para los amantes del surf y de la cultura.

Tienes una larga trayectoria periodística y un par de libros sobre la espalda. ¿Quién es David Moreu? ¿Qué cosas le hacen aplaudir en la vida?

Una buena pregunta para empezar. Me considero un apasionado de la lectura, de la música y de la playa que tiene la enorme suerte de ganarse la vida con la escritura. Estudié comunicación audiovisual y trabajé varios años en una productora de documentales de Barcelona, pero acabé dedicándome al periodismo porque quería escribir sobre cultura y viajes. Desde entonces ha sido una especie de aventura porque la prensa tradicional ha tenido que reinventarse con la llegada de los medios digitales. ¿Qué me hace aplaudir? El disco “Exile on Main St.” de los Rolling Stones, la película “Apocalypse Now” en pantalla grande y la emoción de los preparativos de un viaje.

Dices que eres periodista especializado en música, cultura y viajes. ¿Cómo se hace uno especialista en estos temas?

Un buen amigo escritor siempre dice que el periodismo no es un trabajo, sino un oficio que se aprende sobre la marcha.

Estoy completamente de acuerdo con esta visión porque aprendes a contar historias a medida que vives experiencias y construyes tu imaginario personal. La música, la cultura y los viajes eran las cosas que más me apasionaban cuando terminé la universidad y escribir sobre ellas era una manera creativa de seguir aprendiendo. Mis primeros reportajes mezclaban los viajes con la música del sitio que visitaba, como si fuera un recorrido con banda sonora. Con el paso del tiempo, las revistas y los medios de comunicación te “encasillan” en estos temas y es una sensación genial porque sientes que tu visión de las cosas tiene aceptación. 

¿De dónde viene tu amor por el surf?

Descubrí el surf cuando era adolescente gracias a películas como “The Endless Summer” y “El Gran Miércoles”. Me llamaron la atención porque mostraban el surf como una cultura y su historia estaba vinculada al arte, a los viajes y a la música. Podríamos decir que mi afición al surf empezó por sus grandes leyendas y no fue hasta muchos años después que me atreví a meterme en el agua con una tabla. Evidentemente, con más caídas que aciertos. Luego lo he ido recuperando en varios viajes, pero me gusta considerarme un espectador. Me encanta sentarme en la tabla, remar hasta un lugar tranquilo y mirar lo que sucede a mi alrededor. 

¿En qué momento decides escribir el libro “Un aplauso para el astronauta”? ¿Por qué hacer un libro en el que el surf, el arte y la música se unen?

Después de más de una década trabajando como periodista, me di cuenta de que la mayoría de entrevistas que había hecho a músicos, artistas y surfers tenían un tema en común: la contracultura. Me parecía muy interesante que los personajes veteranos contaran cómo habían empezado sus respectivas carreras, sin saber que se harían famosos o que crearían una moda. Y también me gustaba que los personajes jóvenes hablaran de sus referentes y de cómo habían heredado unos ideales, pero adaptándolos a su manera de ver el mundo. El libro recopila todas estas conversaciones y funciona como una historia oral en la que aparecen amistades improbables, hechos contados desde puntos de vista distintos y anécdotas compartidas entre muchos protagonistas. También demuestra que surf, arte y música están más unidos de lo que parece a simple vista.

¿Por qué en la contraportada dices que esta historia habla del pasado para proyectarnos hacia futuro?

La escritura del libro coincidió con el periodo de confinamiento y esa situación tan excepcional hizo que las conversaciones cobraran un significado nuevo para mí.

Creo que es necesario inspirarnos en lo que ha hecho gente muy creativa en otros momentos para encontrar nuevos caminos, ver el mundo desde otras perspectivas y no quedarnos en lo evidente.

Una de las ideas que encierra el libro es la importancia del intercambio generacional entre músicos, artistas y surfers. Por ejemplo, Ben Jaffe, el líder de la Preservation Hall Jazz Band, afirma que “hay que mantener un pie en el pasado, vivir en el presente y mirar hacia el futuro”. Me parece muy importante aprender de los que estuvieron antes que nosotros.

Si tuvieras que escoger los tres personajes que más te sorprendieron, entre los ochenta con los que hablaste, ¿cuáles serían? ¿Cómo has ido recopilando todas estas conversaciones?

Cada conversación es única y encierra su propia historia. La mayoría de entrevistas han sido presenciales o por teléfono, aunque algunas han sido por mail porque preferían tener tiempo para responder.

Los tres personajes que más me sorprendieron fueron el dibujante Robert Crumb porque explica los inicios del cómic underground de una manera desmitificadora.

El músico Charlie Musselwhite porque hablar con él es una auténtica lección de vida y de blues. ¡Se colaba en las fiestas de Elvis Presley! Y William Finnegan, el escritor galardonado con el Premio Pulitzer por su libro “Años Salvajes” sobre surf.

¿Qué entrevista fue la más difícil y cuál la más fácil? ¿Cuál es la que nunca imaginaste que te iban a responder?

Las entrevistas más difíciles son las que hice por mail porque no existía la interacción de las conversaciones cara a cara. Entonces debía preparar las preguntas de una manera muy concisa, pero dejando espacio para que pudieran hablar de otros temas si se sentían cómodos. Era una sorpresa recibir las respuestas al cabo uno unos días y leerlas como si fueran un relato o un cuento.

La entrevista que no imaginaba que pudiera cerrar era con Ben Harper, que en 2013 estaba presentando su álbum junto a Charlie Musselwhite. La conversación telefónica tuvo lugar después de una sesión de fotos en Los Ángeles y reflexionó sobre temas muy personales relacionados con la música, el skate y la espiritualidad. Totalmente alejado de lo que esperamos de una gran estrella.

De nuestros míticos rocanroleros, ¿cuáles son los que tienes en tu spoty?

En mi selección musical hay mucho rock & roll, blues, música soul, funk y folk americano. Reconozco el valor de las listas de reproducción, pero soy de esos que todavía siguen escuchando los discos de principio a fin porque me gusta mantener el orden de las canciones que habían pensado los artistas al grabarlo. Es como un viaje musical.

Otra de mis debilidades es escuchar grabaciones de directos. Muchos grupos dejan que la gente grabe sus conciertos y que los compartan on-line sin ánimo de lucro. Es sorprendente todo lo que puedes encontrar circulando por la red de artistas como Jack Johnson o los Black Crowes.

¿Qué obra de arte querrías tener en el sofá de tu casa y por qué?

Me encantaría tener cualquier obra de Basquiat o de Keith Haring porque fueron los primeros artistas que pasaron de pintar en las calles o estaciones del metro de Nueva York a exponer en galerías.

¿Con cuáles de todos los personajes de tu libro te irías a coger olas?

Una pregunta complicada. Seguramente con el director de documentales de surf Jack Coleman porque su manera de ver esta cultura me parece muy original. Además, le encanta viajar largas distancias para encontrar playas solitarias donde acampar y hacer una fogata. No se me ocurre mejor plan.

SR: ¿Te sientes identificado con la magia de los documentales de surf que rodaron Bruce Brown y John Severson?

Por supuesto. Sus documentales de finales de los años 50 y principios de los 60 captaron la esencia de un deporte minoritario que empezaba a convertirse en una moda. Ellos se encargaban de rodar con sus cámaras de 16mm a pie de playa, montaban los documentales en sus garajes y luego se embarcaban en giras de proyección por los pueblos de la costa californiana.

John Severson

Eran como trovadores porque narraban sus películas en directo frente a un público entusiasmado por las olas. Me gusta pensar que se adelantaron más de una década al fenómeno del cine alternativo y al nuevo Hollywood que empezó con el estreno de “Easy Rider” en 1969. Lástima que los documentales de Severson se han perdido para siempre.



SR: ¿Cambió tu concepción de la contracultura después de escribir el libro?

Tenía bastante claro lo que significaba y por qué me interesaba. La contracultura se ha vinculado siempre a los hippies, a Jimi Hendrix y a las protestas pacíficas que tuvieron lugar en los años 60 con la voluntad de cambiar la sociedad. A mí me gusta verla desde una óptica más amplia, como la necesidad de desmarcarse de las normas establecidas y cuestionarse las cosas para encontrar alternativas a lo establecido.

Creo que lo interesante de las modas es que la mayoría parten de lo underground y de la voluntad de unos pocos de romper las reglas, hasta que el sistema las acaba incorporando y comercializando como un producto.

Eso es lo que me gusta contar como periodista: el viaje de la contracultura desde lo minoritario hasta lo masivo.

¿Puedes hacerte una idea de cómo será la contracultura en el futuro? ¿Has notado alguna tendencia que vaya a marcar una diferencia?

Hoy la contracultura sigue existiendo, aunque sus procesos de asimilación o desgaste son mucho más rápidos.

Creo que los cambios sociales y económicos que ya estamos viviendo a causa de la pandemia generarán nuevas maneras de hacer las cosas porque la “normalidad” de antes no era sostenible.

Me gustaría pensar que habrá un auge de la economía circular donde daremos más valor a compartir, alquilar, reutilizar, reparar y reciclar las cosas. Esta idea ya la tienen bastante clara los surfers. La protección del medio ambiente también debería ser un tema esencial. Hace poco leí un artículo que decía que estos temas que ahora son “minoritarios” pasarán a ser masivos en poco tiempo porque muchas empresas verán su rentabilidad económica. Puede que cuando montar una placa solar sea más rentable que utilizar combustibles empecemos a ver un cambio global. En muchos pueblos también están habilitando huertos para consumo familiar y me parece una opción perfecta.    

¿Qué otras cosas hubieras podido también mezclar con el surf en tu libro, además del rock and roll y el arte?

Un tema que podría haber sido más importante en el libro son los viajes, aunque algunos personajes hablan de sus experiencias por medio mundo como surfers o músicos. Visto en perspectiva, podría haber basado muchas conversaciones en los viajes que hicieron los personajes como si estuviéramos en una “road movie” y seguramente habrían salido anécdotas muy curiosas.

Otro tema que podría haber dado mucho juego es la espiritualidad, que no debemos confundir con religión, porque muchos personajes se sienten atraídos por la filosofía budista y practican la meditación.

Después del trabajo periodístico que has realizado, si tuvieras una maquina del tiempo ¿a qué año o década te gustaría viajar?

Lo tengo muy claro. Me encantaría viajar a finales de la década de los 60 al profundo sur de los Estados Unidos para ver un concierto de blues en algún juke joint y visitar el estudio de la discográfica Stax Records en la ciudad de Memphis cuando Albert King grababa sus discos con The Bar-Kays.

The Bar-Kays

Luego subiría a un autobús de línea y cruzaría el país para ir a California. Me genera mucha curiosidad ese momento tan breve en el que los hippies, los surfers y los estudiantes universitarios de la Costa Oeste se manifestaban en las calles por los derechos civiles y se enamoraron de la música afroamericana.

Surfer Rule
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Más que surf, olas gigantes y tendencias Surfer Rule, revista de referencia del surf y el snowboard en nuestro país desde 1990, promueve los valores, la cultura y las inquietudes de todos los que amamos los boardsports.

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