ROLLING AROUND THE ROCK. AUSTRALIA

Cumpliendo un sueño

Contamos nuestros ahorros y por la noche, intentamos conectarnos a internet para buscar furgonetas que estuvieran equipadas con cama y cocina, la elegida fue una Mitsubishi del 93.

Al día siguiente al verla y sin saber que el motor se encontraba por dejado del asiento, la compramos. Felices fuimos a echar gasolina, pero a una pocas manzanas, la batería murió. Entre risas y adrenalina fue como comenzó nuestro tour de 3 meses por la costa este de Australia.

¿Mapa o GPS?

Intentamos seguir nuestros instintos a través de los planos que nos habían dado en el campo y las señales de mantenerse por la izquierda al conducir, nos mantenían a salvo.

Perderse, era encontrar el paraíso entre canguros, junglas, cascadas y extensos pastizales en el horizonte.

Fuimos bordeando la Costa pasando por uno de los pueblos más lindos, Byron Bay. Su atmósfera de arte, música en la calle, surf y el colorido de furgonetas con tablas en el techo, le daban un aire distinto que nos atrajo como a las polillas. Aquí nos compramos las primeras tablas y fue aquí donde nos impregnamos del espíritu de la cultura de la zona.

¿Longboard o shortboard?

Con la ambición de ser surfista profesional en mi primer baño, elegí una 5’11” de Indonesia para dar mis primeros inicios en el surf. El resultado no fue el esperado, no cogí ninguna ola, pero si aprendí a filtrarlas, a saber cuales valían y cuales no. Lo que más tarde se convirtió en pasión por este deporte empezaba a despertarse…

Con el mero hecho de flotar en el agua, viendo delfines pasar bajo nuestros pies y rogar para que el set de olas no me llevara de nuevo la Costa, ¡yo era feliz!, había descubierto algo único y empezaba a ser parte de ese nuevo mundo. Me tomó tiempo, dedicación y muchas “lavadoras” tragándome el océano entero, pero nada iba a pararme, iba a dominar este nuevo deporte.

 

6 AM…

Se volvió un hábito, algo normal, y como guerreros que apareciendo entre la neblina de las playas de Byron, abuelos, padres y madres, niños y yo, estábamos listos con nuestras tablas bajo el brazo para darnos el primer baño del día.

Así, poco a poco, mis brazos entrenaron la remada, mis pulmones contuvieron más la respiración y mis ojos siguieron acumulando las imágenes de los pasos que todos hacían para surfear.

Después de semanas enteras dentro del agua, a punto de convertirme en un pez, toda esa información almacenada en mi cerebro se unió a la coordinación exacta para remar con todas mis energías y pararme. En ese momento, empezaba una nueva etapa para mi, un nuevo estilo de vida que lo cambiaría todo.

Sin entender lo que había ocurrido, con toda la exaltación y adrenalina, volví remando hacia adentro. Seguimos viajando y conociendo nuevas playas, pero cuanto más al norte íbamos, las olas comenzaban a desaparecer por los corales que plagaban las costas. Pasados 3 meses la llama de ese día en que surfeé mi primera ola, no se había extinguido. Reconociendo que no había sido solo una experiencia de unas semanas, sino que había marcado algo en mi, mis planes de viaje cambiaron de rumbo para poner en marcha mi nuevo sueño, surfear.

 

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Lucia Palacios Hardy
luciapalacioshard@hotmail.com

I am a happy Girl from Argentina who travels around the word doing what I love, surfing, skating, learning other languages and cultures and writing about my experiences!

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