DESARROLLO, ¿SOSTENIBLE?

Texto de Emilio Beladiez Martínez, Coordinador de BIOagradables, el colectivo de voluntariado activista comprometido con la limpieza de playas.

Hoy podemos mirar atrás y darnos cuenta de que la sociedad ha evolucionado en muchos aspectos, de que las instituciones funcionan de manera distinta y de que las nuevas empresas trabajan de forma diferente. Pero, como consecuencia de ello, actualmente hemos instaurado términos en nuestra rutina diaria que si no se usan en el contexto adecuado pueden caer en el mal uso.

“Desarrollo Sostenible”, junto a “Ecológico”, “Sostenibilidad” y “Tecnologías Verdes” han llegado a ser conceptos usados por todos. Muchas veces utilizados porque los leemos en el paquete del alimento que compramos, porque lo hemos oído en el telediario o, simplemente, porque nos lo han compartido en el muro de nuestras redes sociales. Pero, realmente, ¿qué significan? En este artículo, nos vamos a centrar en el concepto de “Desarrollo Sostenible”, que en 2016 tiene un gran peso al ser el año de los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” firmados en Naciones Unidas en septiembre del 2015.

Según la Real Academia de Lengua Española (RAE), desarrollo es “Progresar o crecer, especialmente en el ámbito económico, social o cultural.”. Una parte de esta definición, la relativa al crecimiento económico, nos asusta; ya que nuestro sistema macro-capitalista es una de las mayores amenazas al medio ambiente en lo que a sobre explotación y exterminación de recursos naturales se refiere. Sin embargo, las dos acepciones posteriores –desarrollo referido a progreso social y/o a crecimiento cultural– nos permiten vislumbrar un rayo de luz que nos guía hacia un mundo sostenible.

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Pero, ¿qué es ser sostenible?

Consultando de nuevo la RAE, ésta nos explica que, en relación con la ecología y la economía, lo sostenible es “algo que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente”. Si nos quedamos, por tanto, con las ideas de progreso social y de crecimiento cultural y las aplicamos a la redistribución de nuestros recursos económicos para conseguir un equilibrio entre el crecimiento económico y la conservación de nuestro medio, podríamos concluir que el Desarrollo Sostenible es posible, pero no fácil de conseguir.

En las últimas décadas, unas de las herramientas más utilizadas para acercarnos a ese mundo sostenible han sido la sensibilización mediante redes sociales, las charlas medio ambientales y los voluntariados. La educación ambiental ha nacido para ser el canal de comunicación entre la ciencia y la ciudadanía y, gracias a estas herramientas, hemos conseguido romper los estigmas que se han creado en nuestra sociedad de consumo de “vida fácil, placeres inmediatos”.

 Pues es sencillo recordar los tiempos en que costaba mucho trabajo conseguir todo, donde no existían tecnologías que nos facilitasen la vida y donde las personas no tenían tanto tiempo de ocio. Nuestra sociedad actual nos ofrece infinidad de formas de no preocuparnos por nuestro entorno, de ignorar el origen de nuestros productos y, sobretodo, las consecuencias de nuestras decisiones de consumo. No es que hayamos perdido nuestros valores como sociedad, pero sí que nos hemos olvidado de ellos durante mucho tiempo.

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La batalla de nuestros días es volver a retomar aquellos hábitos que nos aportaban lo que necesitábamos sin explotar los recursos y pensando en el bienestar de nuestro entorno, incluidos ambiente y sociedad. De este pensamiento nacen los tratados entre países, naciones y ciudades. Ya en los años 90, eran muchos los tratados que impulsaban esta nueva forma de sociedad: más activa, más concienciada y más sostenible. Algunos ejemplos fueron el Protocolo de Kyoto (1990) o la Cumbre de Río (1992), que abordaban los problemas de la contaminación, el medio ambiente y el desarrollo. En ellos, los países de las Naciones Unidas decidían las metas que nos convertirían en sociedades más sostenibles.

Más reciente, recordamos la Cumbre de París, celebrada el pasado año para hablar de Cambio Climático, aunque eso da para otro artículo entero. Los Objetivos del Desarrollo Sostenible buscan que todos los países involucrados cumplan los diferentes tratados, que cooperen para que las sociedades evolucionen en la dirección de la equidad y la igualdad, que colaboren para normalizar un espíritu solidario entre las naciones y que se creen sinergias entre las empresas para crear una viabilidad económica a este estado de desarrollo sostenible.

Como reflexión final, podemos pensar que con tantos países sentados en una mesa de debate, los gobiernos empezarán a actuar y, de esta forma, veremos los beneficios reflejados en nuestros países o ciudades. Pero la realidad es un poco distinta. Todo el tiempo que no hemos pensado en hacer las cosas bien ha conseguido que la tarea de ser “sostenibles” sea un poco más lenta y costosa. Hay un abismo entre el mundo sostenible que todos tenemos en mente y la realidad que vemos día a día.

Sin embargo, cada vez más hay gente intentando reducir ese abismo, al mismo tiempo que las instituciones promueven la participación, los gobiernos aprueban leyes para que sus ciudades sean más conscientes y consecuentes y las empresas toman responsabilidades con el medio ambiente. Por fortuna, cada día nacen iniciativas que creen que es posible hacer las cosas un poco mejor y que engloban las lecciones aprendidas en el pasado con las oportunidades del futuro. Esto es a lo que queremos llamar Desarrollo Sostenible.

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