ARTE CLÁSICO A OJO DE SURFISTA

Hace unos años visité una exposición de Sorolla y recuerdo quedarme absorto ante una de las obras que estaba enmarcada en color oro viejo, muy sencillo. Representaba un trozo de mar donde se veía romper una par de olas agitadas por el viento.

Mi lectura de la obra difería bastante de la del resto de visitantes. A diferencia de ellos, yo no era capaz de “apreciar” la técnica de Sorolla (si su estética, desde luego, insuperable a todas luces), pero sí podía leer ese instante con los ojos de un surfista: ola corta de viento, una de esas veraniegas de viento térmico en el Mediterráneo o las que trae el suroeste fresco en el Cantábrico un día de sol. Pensé que ésa no era la visión que el pintor tuvo que prever cuando realizó su obra y que, sin saberlo, había creado algo que mucho años después se interpretó en clave surfista.

Hoy, recordando aquello, he decidido compartir con vosotros algunos otros ejemplos de arte clásico donde esa “lectura de surfista” tiene su hueco. Obras pictóricas de estilos y épocas diferentes, pero que tienen en común esa interpretación alternativa.

Edward Hopper. “Swell”. 1939.

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Hopper, el pintor del silencio y de las famosas escenas contemplativas, dedicó una parte de su obra al mar, los veleros y los faros, como esta pintura de 1939 titulada “Swell”. Desde el punto de vista del arte, la escena transmite serenidad. Desde el punto de vista de un surfista… bueno, sólo pienso en cómo fueron esas ondulaciones cuando tocaron fondo cerca de la costa.

Gustave Courbet. “La ola”. 1869.

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Este pintor francés, educado por su abuelo en las ideas revolucionarias ilustradas de Voltaire y exponente del movimiento realista del s. XIX, tuvo en el mar una gran fuente de inspiración. Prueba de ello es esta obra titulada “La ola” que parece cobrar vida y salirse del cuadro. No hace falta deciros qué siente un surfista contemplando algo así.

Joaquín Sorolla. “Las olas en San Sebastián”. 1915.

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Nadie ha jugado con el mar y sus luces como Sorolla. Y nadie podía plasmar mejor la inercia del labio levantándose vista desde un espigón. Apreciar la obra con la mente y pensar dónde dejaste la tabla con el instinto, todo en uno.

Ivan Konstantinovich Aivazovsky. “Entre las olas”. 1898.

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Nacido en Crimea, en la ciudad costera de Feodosia, este pintor romántico mitad ruso, mitad armenio, abrazó el mar como el tema central de su obra. Su capacidad para conseguir olas translúcidas, donde la luz juega un papel importante, dotan a su obra de un realismo difícil de igualar.

Katsushika Hokusai. “Kanagawa oki nami ura”. 1833.

No podemos acabar este repaso sin este icono del arte clásico en clave surfista. Mil veces repetido en murales, grafitti, tatuajes y productos de moda y merchandising, “La gran ola de Kaganawa”, como se lo conoce habitualmente, es ya nuestro clásico entre los clásicos.

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Pedro Ramis
pedroramisf@gmail.com

Escribo sobre surf y arte y, a veces, escribo a secas. Soy surfista en el Mediterráneo, una contradicción mantenida a base de invencible entusiasmo y adorable cinismo. Más en http://pedroramis.com

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