AMOR SALADO

Texto escrito por Iciar Gómez.

San Valentín es el día de los enamorados, pero en realidad no es otra cosa que una treta de marketing para hacernos gastar, parte del “encanto” de esta sociedad consumista en la que vivimos. Sin embargo, hemos decidido que vamos a participar de este absurdo, vamos a participar del amor aprovechándonos de este día con un pequeño poema del libro Surfing Ectstasy. Su autora Susana Barragués Sainz, nos hizo llegar un ejemplar hace poco y nos ha parecido un buen momento para hablar sobre él.

Este libro abarca la visión poética de la práctica del surf desde la estética de la mística religiosa renacentista. Largas horas de espera y práctica sobre una tabla hasta que llega la ola deseada sobre la que realizar la acrobacia perfecta, permiten fusionarse con la fuerza de la naturaleza tras la cual se alcanza un estado de satisfacción continua – stoke vs. éxtasis -.

Si de algo estamos enamorados y se merece que le hagan un poema eso es el mar, os dejamos este fragmento del libro Surfing Ecstasy. Este poema está dedicado a todos los enamorados del mar, a los que no sabéis vivir sin él, a los que habéis aprendido a amar en la distancia, a los que pase lo que pase estáis ahí, a los que esbozáis una sonrisa solo con su olor, a los que no encontráis una calma mayor que junto a él, a todos vosotros que no os podéis resistir a su beso salado. Esperamos que lo disfrutéis tanto como nosotros. Gracias Susana.

Hay algo muy tímido en el mar que se repliega cuando palpamos por dentro las caracolas vacías.
Algo muy tímido  que queremos tocar con la punta de los dedos en el agua pero no podemos porque la piel del mar está llena de crestas y cráteres y puntas de espuma.
Cuando nos acercamos demasiado, el corazón del mar late sofocadamente como un pequeño gato al que hemos llevado leche día tras día para ganar su confianza.
Es terrible sentirse insignificante en la escritura de la historia del mundo. ¡Cuanto nos costó entender que había un peligro de protagonismo! Que lo fundamental se ocultara.
Por eso tenemos miedo de no ser hábiles en la ola y que se pierda esa esperanza de realizar acrobacias que nos hace sentir que hemos interesado a Dios.

 

Debe saber el corazón que ya ha encontrado su sentido porque no atiende a más que a lo que está – el mar – y el pensamiento no hace más preguntas.
Hemos aprendido que lo que sea se busca por sí solo y se encuentra.
Entonces se sabe que se ha amado intensamente algo. No es fácil darse cuenta ni mucho menos reconocerlo.
En el agua sentimos que hay un rostro muy cercano y muy parecido al nuestro y que se acerca para besarnos.

Feliz San Valentín

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