CUANDO EL SURF DESAFINA: RECUPERAR EL FLOW

Una sola nota tocada una y otra vez no hace una canción. Es tan solo un sonido monótono más cercano al ruido que a la música. Ésta nota necesita estar rodeada de muchas otras que la realcen, para que el ruido pase a ser algo agradable para nuestros oídos.

Una sola nota tocada una y otra vez no transmite emoción alguna. Es solo cuando está rodeada de otras, cuando hay contraste entre ellas, que nos hace sentir. Y sin embargo es esa misma nota la que nos puede poner los pelos de punta, siempre ella que tenga todo un abanico de colores que preparen al oído, para que suene en el momento preciso.

Mi tabla a veces suena como una guitarra desafinada…

De la misma manera mi tabla hay veces que suena como una guitarra desafinada a la que toco siempre la misma cuerda. Paso mi mano muchas veces sobre ella, pero la melodía está muy lejos de ser música para mis sentidos. En esos momentos haga lo que haga solo hay ruido en el mar.

Y no he cambiado de instrumento, incluso sigo tocando donde siempre, donde suele surgir la inspiración, donde conecto habitualmente con esa entidad superior. Pero en esos momentos no hay música si no un ruido gris, que de forma lenta, casi imperceptible, pero imparable ha ido desplazando a la melodía.

y el surf ha dejado de hacerme sentir especial. No he respetado los ciclos del flow

Me cuesta poner el oído para darme cuenta de que las notas dejan de ser variadas, el contraste se desvanece y empiezan a sonar todas iguales: grises y pálidas. No es hasta que la sintonía colorida y alegre ha desaparecido del todo cuando me percato de que el surf ha dejado de hacerme sentir especial.

Ha pasado algo con el director de la orquesta, o con los músicos, pues parece que se han quedado sin inspiración, sin nuevas melodías que aprender. Es ese el momento en el que debo dejar la tabla en casa, dejar descansar al cuerpo y la mente pues están saturados de recibir los mismos estímulos de forma continuada.

Es momento de dejar la tabla en casa y recuperar el flow

Necesito alejarme del mar para introducir una nota inesperada que haga resaltar a aquellas que suenan cuando estoy encima de mi tabla. Debo separarme de mi altar y dejar que todas las experiencias vividas en el mar se asienten para nutrir al grupo de músicos, dándoles tiempo para que éstas les sirvan de inspiración, para crear melodías mejores.

Esto que me pasa es porque no he respetado los ciclos del flow y me he frustrado. Como en cualquier tarea que me haga entrar en flow, debo de alejarme de la misma de forma habitual como parte necesaria del proceso. Empeñarme en surfear más cuando empieza a aburrirme sólo me hará entrar en una espiral de aburrimiento gris.

Desde que he aprendido a escuchar a mi cuerpo con más atención, notando cuando aparecen los primeros síntomas de desgana, es cuando he empezado a disfrutar más del surf, y de cualquier actividad en la que necesito o busco el flow. He aprendido que necesito fases de decompresión, en las que hago otra cosa, o no hago nada (literalmente nada) que me ayudan a volver al surf con una mente y un oído dispuestos a crear y escuchar nuevas sinfonías.

He aprendido que hay veces en las que tengo que alejarme del mar para volver a amarlo, para volver a escuchar música cuando rompen las olas.

Ardiel González
ardiel@gmail.com
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